jueves, 13 de junio de 2013

Editorial RHN#16 - junio 2013

Algunos intelectuales de nuestro país vienen desarrollando diversas líneas de interpretación sobre la realidad social, económica, política y cultural en el devenir del gobierno de los Kirchner. Diversas corrientes se han agrupado para construir una interpretación del proceso que lleva ya diez años.
Por una parte están aquellos que se alinean con el proyecto oficial en la denominada Carta Abierta, desde una oposición más heterogénea se ubica Plataforma 12 y también está el núcleo de izquierda trotskista denominado Intelectuales de izquierda.
El centro del debate entre las tres corrientes no se sale de los carriles de circulación democrática, institucional y electoralista. Más allá que profundas diferencias los separan, sus relatos se aferran a la disputa, en el plano de las ideas, acerca de una acumulación de conocimientos y teorías a veces puntuales, a veces más conceptuales, en relación a la salida que requiere la actual crisis tanto del capitalismo mundial como del doméstico, sin poner en discusión los problemas de fondo.
Muchas veces el debate no sobrepasa las cuestiones políticas concretas y es poco lo que se registra de esfuerzo teórico serio (lo que lo homologa a un debate netamente práctico sobre tal o cual medida), y casi nada de recurrir a categorías de análisis profundas, científicas, sociales para, desde ese lugar, dar una respuesta argumental que se atrinchere para combatir el pensamiento débil, la flojera teórica y los lugares comunes.
Parecería ser que las perspectivas teóricas ligadas a las categorías de la lucha de clases, el Estado como representación del poder de determinadas fracciones de la gran burguesía, los monopolios y el papel del capital financiero, han cedido ante un mediocre como Fukuyama, un arrepentido como Tony Negri o un oportunista como nuestro Laclau, por citar algunos.
Luego de la caída del muro, la imposición de la aldea global y otros relatos de carácter bastante prosaico, una ola de escepticismo y derrotismo primó entre las cabezas de la intelectualidad de moda en los 80 y más adelante otras pretendidamente alternativistas, donde se clama por lo posible, como si no existiera posibilidad de otro mundo más allá de la cosmética paliativa, antagonista de la transformación radical de la sociedad. Aunque las sociedades actuales se mueven a otro ritmo en medio de la fenomenal crisis, de a millones en las calles, las ideas de estas corrientes son objetivamente retrógradas al quedar relegadas de la propia vanguardia que cuestiona el orden establecido. Ya no interpelan con vigor la inmensa fuerza de las masas populares puestas en acción.
También la cultura y las manifestaciones artísticas, acorraladas por una avalancha mercantilista y consumista sufre una suerte de impotencia crónica. Con mayor razón es necesario presentar batalla en estos terrenos, estimulando todo el potencial humanístico, crítico y revolucionario que anida en nuestra juventud para no dejar ese terreno en manos de un fetichismo destructor de conciencias y voluntades. Y en este terreno, la intelectualidad tiene mucho por hacer. Cuenta con herramientas universales para estimular las experiencias que tratan de asomar desde diversos grupos, diversas expresiones que buscan abrirse paso en esta selva.
En este número de la revista abordamos a algunos intelectuales para dar su punto de vista sobre el llamado “modelo” y sus derivaciones, tras diez años de kircherismo en nuestro país, para aportar a un debate necesario y de actualidad. 
Las hojas de esta publicación están abiertas para la polémica, y la única condición que nosotros mismos nos propusimos, es la de bucear hasta el fondo y no quedarnos en la superficie de los problemas por más complejos que sean. 
Que lo logremos está por verse. La intención queda expresada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario